26 marzo, 2011

"Todo pasa por algo"

Yo tenía (tengo) una amiga que hace 9 años siempre me decía: "Todo pasa por algo". Para cada drama colegial, para cada desamor, para cada desilusión que duraba lo que ahora dura una gastritis por estrés; ella tenía esa frase.

Como siempre he sido igual de malcriada y amargada, le contestaba con un berrinche. Que no, que cómo era posible que todo pasara por algo. "Eso no tiene sentido, ¿entonces nuestras decisiones no importan?, ¿todo está escrito? me reúso".

Ella sonreía y aguantaba, paciente. Me decía que no sabía, pero que todo pasaba por algo. En este momento de la vida no sé si su forma de ver todo me superaba o si su ingenuidad me molestaba. Será siempre un misterio.

El asunto es que hoy estoy convencida que no es realmente que "todo pasa por algo". Técnicamente es que las cosas pasan y una hace lo que tiene que hacer. Se trabaja con lo que se tiene y se hace lo mejor posible. Claro, muchos de esos resultados son positivos... las caídas hacen que nos levantemos, todo bien.

Yo sigo sin entender qué nos pasó, pero así salieron las cosas. Todos estos vacíos, estas distancias, estos silencios, me han hecho crecer. Más importante que todo, me han hecho ver lo que está a mi alrededor.

Hay gente en la vida que es tan bella, tan maravillosa, tan casi perfecta que te encandila; como el sol. Hay que verlxs por ratos cortos, después quitar la vista y posarla en alguien más. No vaya a ser que termine ciega.


24 marzo, 2011

Placebos - Parte Dos

Placebo no era sólo él... y digo 'era' porque no lo es más. Seguro por eso queda la realidad así de abierta, de clara.

Placebo es también pensar que lo que me hace sentir bien por una hora, me resuelve no sentir bien las otras veintitrés.

Que sentir bien durante una hora, definitivamente me distrae otras dos. Pero me faltan veintiuna.

Que de esas veintiún horas, duermo siete y me quedan catorce.

Catorce horas donde tengo claro que las diez restantes no hicieron mucho, y que ahora no queda más que empezar de nuevo el ciclo.

Dice René:

"si quieres cambio verdadero, pues camina distinto"

Yo pocas veces en la vida he decidido caminar distinto. A pesar de que los mismos caminos, llevan siempre a los mismos lugares.

21 marzo, 2011



El encanto más dulce de la lengua:
hablar(nos) en plural


20 marzo, 2011

Cálido

Yo recuerdo como si fuera ayer la excursión de quinto grado al Parque La Sabana. Como toda escuela pública, cualquier evento que implicara mover a los niños de lugar A (mejor conocido como La Escuela) al lugar B (cualquier otro lugar que no fuera La Escuela) era una labor tediosa.

Una labor llena de circulares, permisos firmados por adultos responsables del menor, reclutamiento de mamás caritativas que se ofrecieran a ser un par de ojos, brazos y piernas más que los de la Niña. Porque sí, tener a 30 niños correteando solos por La Sabana, no era "un paseo por el parque", como dicen los gringos... la ironía.

Que la cuota para la excursión, que Juancito, María, Gustavito y Laurita no pueden pagar la cuota. Ahí la Niña hacía malabares para que con lo de 26, alcanzara para 30; o le mandaba un recado a la mamá de Emilia, que si puede poner más para la cuota, porque usted sabe, otros chiquitos no pueden pagar y el del bus cobra por estudiante.

Yo sé esto porque viví de los dos lados. Estuve sentada en el pupitre dentro del aula, pegaba las circulares en mi cuaderno de recados. Llevaba en una bolsa plástica, pequeñísima, la cuota de la excursión, engrapada y con un papel que decía "Excursión a La Sabana - Ana".

Pero también estuve sentada en la mesa de la sala cuando mami sacaba todos los sobres, todas las bolsas, todo el menudo regado de las cuotas de sus alumnos. Oía como sonaba el teléfono toda la semana de la excursión, las mamás llamando a la Niña para ver a qué hora salía el bus, que cuántos chiquitos eran, que no se preocupe si no alcanza para todos los "perros", Niña, yo pongo los que falten.

Amor he conocido mucho, y se me dibuja una sonrisa en la cara al decirlo. Recuerdos también, tengo un montón. Pero hay cosas cálidas, amores cálidos, recuerdos cálidos... estas son de esas cosas; las que quiero recordar un domingo en la noche, cuando pega de nuevo la realidad.

10 marzo, 2011

Ahora, unos días después

Ya no ando con pinzas, no camino de puntillas. De pronto abro las puertas en un movimiento, y no poco a poco esperando que no rechinen. Pienso las veces que quiera en ella, porque ya no estás para hacerme sentir culpable, para hacerme pensar que sentir así de lindo no tiene sentido. Hablo más conmigo misma, me sacudo los fantasmas con una peli o 30 Rock a media tarde. Me descubro en las palabras de gente que ya no escuchaba, me río de cosas que nunca hablábamos. Nosotras nos sentamos los fines de semana a ver una peli o American Idol, comiendo helados; entonces recuerdo que los ratos con vos no eran exclusivos, y que funcionaban porque yo era la mitad de eso... todo lo que yo aporto lo hace un 50% maravilloso.

A veces tengo que volver a la cama, porque no quiero ir a un lugar que suena tanto a vos todos los días. Me duermo unos 15 minutos más y después me sigo alistando. Una hora después estoy en esas calles y sólo respiro lento, poco a poco; trato de hacerlas mías. Así me sentiré un centímetro más alta, terminará el día de trabajo y volveré a los helados, a las pelis, a las salidas entre semana y a los vinos en otras copas. A los cariños que andan por ahí, livianos, tranquilos, flotando.