27 febrero, 2007


A veces yo también soy arena entre las manos, aunque quisiera quedarme no puedo evitar resbalarme entre los dedos y dejarme ir con el viento.



La foto: Sand in my hand

25 febrero, 2007

De mi año

Hace un par de días le escribí al Onironauta que hace un año quién hubiera imaginado todo eso que él contaba feliz en un post. Yo no lo pensé sólo por él, también lo pensé por mí; hace un año no podría haber imaginado todo lo que es este presente.


Mi año se me acaba hoy y me siento nostálgica. Me pasan imágenes de todo lo que fue el anterior y me saturan un poco; aparecen unas sobre otras, en colores pálidos o brillantes, borrosas o nitidas, con música o con ruido. No las logro ordenar, aparecen por ahí dando vueltas... como esos recuerdos que se acarician.

Me llevo heridas que cualquiera puede ver y algunas que aún ni yo misma veo pero las siento. Me llevo sonrisas y palabras, también muchos silencios que prefiero y otros que quisiera que se llenaran de algún sonido. Algunos pasos hacia adelante, tal vez un poco confusos.

También arranco un par de fotos y cambio el orden de algunos nombres. Con mi gente cierro la mano como reteniendo arena, pero sólo logro que unos cuantos granos no resbalen... esos se aferran.

Me siento la misma y otra completamente distinta, que se turnan un cuerpo según el momento. A veces una se esconde días y aparece luego tímida buscando espacio, se lo va ganando poco a poco y empiezo a sentir que está ahí.


Hoy me siento feliz de no haberlo imaginado, de que siempre haya una manera de sorprendernos (aunque no siempre sean buenas sorpresas). En un día pueden cambiar muchas cosas, unas cuantas palabras pueden darnos la vuelta al mundo para siempre o sólo por un rato.

Pero esa condición de vulnerabilidad ante las situaciones hoy me deja satisfecha... y es que de verdad no sé cómo puede cambiar mi mundo. Se me fue un año y ahora ni imagino cómo será todo dentro de un año más.

20 febrero, 2007

Otro punto de vista

Mi primera visita al oftalmólogo fue hace casi 6 años, antes de eso nunca se me había ocurrido que toda la demás gente veía el mundo más claro que yo. Me di por enterada en el momento en que vi que mis compañeros podían leer cosas en la pizarra que para mí eran sólo manchas.

Me encantan los exámenes de la vista, lo acepto. Siento emoción cuando la línea de letras que no podía leer aparece clara enfrente de mí, la emoción va creciendo cuando el oftalmólogo cambia el lente y me pregunta con cuál veo mejor... es como si pudiera seguir hasta que vea las cosas realmente claras (en realidad esta idea no tiene nada que ver con unos anteojos o un examen de la vista, pero no puedo evitar pensarlo)

Salir de la óptica con un par de anteojos nuevos es siempre parecido, aún así lo siento diferente cada vez. Durante la primera hora mis ojos se acostumbran al nuevo aumento y no puedo evitar sentirme un poco mareada o con dolor de cabeza. Sin embargo todo se ve nuevo, saltan detalles que no había notado y por segundos me siento como si nunca hubiera estado en esos lugares.

Tengo que usar los anteojos siempre, para vivir digamos. Me los quito en situaciones en las que ver de largo no es necesario porque lo que me importa lo tengo dentro de mi campo visual, y vale decir que son los momentos más acogedores. Hay cierta compañía que inevitablemente me hace perderlos, me los quito en un momento y los dejo despreocupadamente en cualquier lugar; en otros casos ni siquiera me han visto más que un par de segundos sin ellos.

A veces siento que se han convertido en alguna extensión material de mí, algunas veces en una pared que me separa de ojos ajenos. De vez en cuando me gusta quitármelos y ver todo un poco borroso, movido; al igual que se pierden los detalles al no tenerlos puestos se pierden también los pequeños defectos.

19 febrero, 2007

Podría ponerle un par de palabras que reconocerá de inmediato en algún lugar donde no sé si las verá.

Sería como jugar escondido con letras, escribirle en los lugares donde no pasará y sentarme a esperar que algún día sus pasos perdidos lo lleven hasta ahí.

Sabría que son mis palabras y me imagino que sonreiría, sabiendo que es mejor no hacerlo y que para mí sería mejor no escribirlo.

También podría hacer un post con esas cuatro palabras y nada más, con esa frase... y probablemente no entre a verlo. Sin embargo, sería como esconderme en el primer lugar donde sé que buscaría.


Aún así espero que no encuentre mis palabras y no me busque, que no juegue conmigo aunque se le antoje.

12 febrero, 2007


No hay poesía más triste que a la que le faltan palabras


10 febrero, 2007

Soñando

Desde que murió siempre que sueño con él sé que está muerto, en ese momento me doy cuenta que estoy soñando y que me lo están prestando un rato. Unos segundos después me despierto y se me escapa verlo un poquito más.

Ayer dormí junto al cuarto que era de él. Hace más de 4 años que no habita esos espacios, que no camina por ese pasillo (aunque un día me pareció sentirlo pasar frente a la puerta). Con el tiempo su recuerdo es menos recurrente sin embargo cuando vuelve sigue siendo fuerte.

Ayer también soñé con él, que entraba a la casa y me sorprendía encontrarlo en la cocina. Del sueño recuerdo todo perfectamente, hacia donde iba y quién me esperaba en esa habitación; las ganas que tenía de llegar a sus brazos pero encontré otros de camino: los de él.

Recuerdo que le dije "¡Abuelo!" y lo abracé, sabía que era un sueño y no dejé que pararan las palabras, le conté que lo quería y que lo extrañaba y al quedarme callada desperté . Me dijo algo pero eso no lo recuerdo bien...

06 febrero, 2007

Febrero (¿tan rápido?)

No me di cuenta y ya es febrero. Se me asomaba con cada tarde que llegaba más soleada que la anterior; el calendario sí me engaña un poco porque ese es mental y quedó estancado en un algún momento que no recuerdo. Pero sí, ya es febrero.

En el momento que me empiezo a convencer que ya está aquí me doy cuenta que ha pasado un año, sin embargo parece más que eso. Me leo a mí misma hace un año, recuerdo esos días y no sé bien dónde quedaron.

Este no se siente febrero (tampoco se sintió enero, diciembre, noviembre, etc...) y es que no siempre se iba a sentir igual.

Los últimos días han estado llenos de noticias hermosas, buenas y con mucho por delante. Por ratitos (más largos de los que significaría la palabra) me da miedo, tener que llenar tantos espacios... mantener los espacios que ahora lleno.

Febrero de nuevo (¿A dónde se fue todo el tiempo de por medio?)

01 febrero, 2007

Diagnóstico del doctor (Parte final)

Después de la cirugía y de una biopsia que daba buenas noticias parecía que no todo se había acabado. El doctor había dicho que además de lo que ya sabían que estaba ahí encontraron algo más y sacaron un pedacito sólo para estar seguros que no era nada.

Los meses siguientes iba al hospital a hacerme exámenes y oír más noticias nuevas. Aquel pedacito se había perdido en el camino y en ningún hospital aparecía rastro, no podíamos saber que era. Sin embargo los ultrasonidos eran suficientes para darnos cuenta que había algo más... no tan malo pero que a la larga podría serlo.

Desde ese momento estaba en tratamiento para desaparecer los quistes, la doctora (porque siempre es alguien distinto) dijo en aquella ocasión que probáramos con pastillas y después de unos meses veíamos "que tal".

Esos meses ya pasaron y al regresar al hospital recibí buenas noticias, las pastillas funcionaron y los quistes ya no están ahí; el doctor me vio con cara de felicidad y dijo:

"Ahora sí, a volver a su vida normal"

Y yo le sonreí, pero al mismo tiempo pensaba que cómo era eso de volver a mi vida normal. Será que mi vida normal era aquella de antes y esto era como una pausa?...
Dele play, oí en mi mente saliendo de la boca del doctor. Casi le pregunto cuál era la vida normal, pero sólo salí del consultorio.

Me dió un papel que "me daba de alta del hospital", sólo por alguna complicación relacionada tenía que volver ahí y presentar el papel cuando me atendieran; una constancia que ya pasé por eso. La tarjeta de citas ya no necesito tenerla a mano. Cuando firmaron el papel y me dieron la copia sabía que yo no necesitaba nada de eso... la constancia de que pasé por eso la llevo en el cuerpo y un poco más adentro.