Justo al borde de la tormenta
-en la hora más callada-
se dio cuenta que en sus bolsillos no andaba ni para el drama.
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07 julio, 2011
15 junio, 2011
Ella y su improbabilidad
Hay muchas formas de explicar esto, algunas son terriblemente simples y esto en mi vida, ha sido todo menos simple. Algunas son complejas, y yo no soy muy buena para explicar. No sé si la gente entiende, si entenderán, si entenderé.
Yo a ella no la daba por 'muerta' (la palabra es tan fuerte), pero sí era una clase de ausencia que sólo trae algo similar a la muerte. El no ser parte de la vida como la conocemos. No conozco más vida que esta, no puedo evitarlo.
Ella no existía. No era una cuestión de distancia, porque estas se acortan por miles de medios. Las distancias acercan, germinan cariños y se convierten sólo en esperas. No era que ella estaba lejos, era que ella no estaba.
Era esa incapacidad de comunicarme lo que la hacía imposible, negable, manejable... improbable. ¿Cómo se quiere a alguien sin tener ni un solo medio para dárselo a entender? Así pasan seis años, así pasa la vida y una no se da cuenta.
Pero un día, porque sí, está ella... ahí, del otro lado de la pantalla. Sonriendo como la recuerdo, es la misma (seguro la nostalgia causa eso, así como si nada la gente amada llena perfectamente el espacio guardado en el recuerdo).
Ella con todo lo que era para mí (con lo que es para mí). Yo con estas ganas locas de decirle que aquí estoy, en el mismo lugar de siempre... donde me ha interrumpido la vida dos veces y me ha movido todo lo que no sabía que era parte de mí.
Ella, improbable e imposible como siempre, parece estar aquí. ¿Ahora qué hace una con todo esto?
Yo a ella no la daba por 'muerta' (la palabra es tan fuerte), pero sí era una clase de ausencia que sólo trae algo similar a la muerte. El no ser parte de la vida como la conocemos. No conozco más vida que esta, no puedo evitarlo.
Ella no existía. No era una cuestión de distancia, porque estas se acortan por miles de medios. Las distancias acercan, germinan cariños y se convierten sólo en esperas. No era que ella estaba lejos, era que ella no estaba.
Era esa incapacidad de comunicarme lo que la hacía imposible, negable, manejable... improbable. ¿Cómo se quiere a alguien sin tener ni un solo medio para dárselo a entender? Así pasan seis años, así pasa la vida y una no se da cuenta.
Pero un día, porque sí, está ella... ahí, del otro lado de la pantalla. Sonriendo como la recuerdo, es la misma (seguro la nostalgia causa eso, así como si nada la gente amada llena perfectamente el espacio guardado en el recuerdo).
Ella con todo lo que era para mí (con lo que es para mí). Yo con estas ganas locas de decirle que aquí estoy, en el mismo lugar de siempre... donde me ha interrumpido la vida dos veces y me ha movido todo lo que no sabía que era parte de mí.
Ella, improbable e imposible como siempre, parece estar aquí. ¿Ahora qué hace una con todo esto?
29 mayo, 2011
Caribe (este presente) Pt. 1
Me preguntaba si el mar a media mañana encandila,
-Claro, si es el reflejo del sol -le dije.
Ella,
sus rizos y sus risas,
sus palabras de agua dulce que desembocan en agua salada,
sus ratos de tormenta furiosa;
me huelen a tanto a mar.
-Claro, si es el reflejo del sol -le dije.
Ella,
sus rizos y sus risas,
sus palabras de agua dulce que desembocan en agua salada,
sus ratos de tormenta furiosa;
me huelen a tanto a mar.
20 marzo, 2011
Cálido
Yo recuerdo como si fuera ayer la excursión de quinto grado al Parque La Sabana. Como toda escuela pública, cualquier evento que implicara mover a los niños de lugar A (mejor conocido como La Escuela) al lugar B (cualquier otro lugar que no fuera La Escuela) era una labor tediosa.
Una labor llena de circulares, permisos firmados por adultos responsables del menor, reclutamiento de mamás caritativas que se ofrecieran a ser un par de ojos, brazos y piernas más que los de la Niña. Porque sí, tener a 30 niños correteando solos por La Sabana, no era "un paseo por el parque", como dicen los gringos... la ironía.
Que la cuota para la excursión, que Juancito, María, Gustavito y Laurita no pueden pagar la cuota. Ahí la Niña hacía malabares para que con lo de 26, alcanzara para 30; o le mandaba un recado a la mamá de Emilia, que si puede poner más para la cuota, porque usted sabe, otros chiquitos no pueden pagar y el del bus cobra por estudiante.
Yo sé esto porque viví de los dos lados. Estuve sentada en el pupitre dentro del aula, pegaba las circulares en mi cuaderno de recados. Llevaba en una bolsa plástica, pequeñísima, la cuota de la excursión, engrapada y con un papel que decía "Excursión a La Sabana - Ana".
Pero también estuve sentada en la mesa de la sala cuando mami sacaba todos los sobres, todas las bolsas, todo el menudo regado de las cuotas de sus alumnos. Oía como sonaba el teléfono toda la semana de la excursión, las mamás llamando a la Niña para ver a qué hora salía el bus, que cuántos chiquitos eran, que no se preocupe si no alcanza para todos los "perros", Niña, yo pongo los que falten.
Amor he conocido mucho, y se me dibuja una sonrisa en la cara al decirlo. Recuerdos también, tengo un montón. Pero hay cosas cálidas, amores cálidos, recuerdos cálidos... estas son de esas cosas; las que quiero recordar un domingo en la noche, cuando pega de nuevo la realidad.
Una labor llena de circulares, permisos firmados por adultos responsables del menor, reclutamiento de mamás caritativas que se ofrecieran a ser un par de ojos, brazos y piernas más que los de la Niña. Porque sí, tener a 30 niños correteando solos por La Sabana, no era "un paseo por el parque", como dicen los gringos... la ironía.
Que la cuota para la excursión, que Juancito, María, Gustavito y Laurita no pueden pagar la cuota. Ahí la Niña hacía malabares para que con lo de 26, alcanzara para 30; o le mandaba un recado a la mamá de Emilia, que si puede poner más para la cuota, porque usted sabe, otros chiquitos no pueden pagar y el del bus cobra por estudiante.
Yo sé esto porque viví de los dos lados. Estuve sentada en el pupitre dentro del aula, pegaba las circulares en mi cuaderno de recados. Llevaba en una bolsa plástica, pequeñísima, la cuota de la excursión, engrapada y con un papel que decía "Excursión a La Sabana - Ana".
Pero también estuve sentada en la mesa de la sala cuando mami sacaba todos los sobres, todas las bolsas, todo el menudo regado de las cuotas de sus alumnos. Oía como sonaba el teléfono toda la semana de la excursión, las mamás llamando a la Niña para ver a qué hora salía el bus, que cuántos chiquitos eran, que no se preocupe si no alcanza para todos los "perros", Niña, yo pongo los que falten.
Amor he conocido mucho, y se me dibuja una sonrisa en la cara al decirlo. Recuerdos también, tengo un montón. Pero hay cosas cálidas, amores cálidos, recuerdos cálidos... estas son de esas cosas; las que quiero recordar un domingo en la noche, cuando pega de nuevo la realidad.
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