No sé cómo se toman decisiones sin tener un hueco en el estómago. Nunca he estado completamente segura de nada de lo que he decidido. De ahí la lista de cosas que salieron estrepitosamente mal, que me han hecho caminar con tanta cautela innecesaria. Y la lista del resto de decisiones, las que me tienen acá segura de que esto puede ser maravilloso.
El ahora no se trata de sólo adueñarse de puertas, de llaves, de sillones con gatos durmiendo durante la tarde. Es también acerca de hacerse dueña de cada palabra y cada vuelco del corazón, sin importar hacia dónde se dirijan.
Podría sentarme toda una vida a pensar por qué exactamente me salen estas cosas del centro del pecho. Sin embargo, me da pánico la idea de poder explicar con sumo detalle el por qué de algo que nunca hice.
De ahí que no encuentro cómo decir mucho de lo que pienso, pero sé que quién necesite explicaciones no ha estado acá, viendo cómo en 365 días la vida nos da vuelta. Nos revolcaron las olas. Estamos de pie, respirando en la orilla y el sol sigue estando allá.
1 comentario:
Sus olas me han mareado un poco. No se, al menos en mi caso, creo que existe una relación inversamente proporcional entre el número de vueltas que le de a la toma de una decisión al resultado favorable que se espero obtener. El sentido común y el mandarme me han servido.
Gracias por sus posts, los disfruto mucho.
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