20 febrero, 2006

Recoger basura

Una señora mayor recogía la basura frente a su casa, barría las hojas caídas, los papeles sueltos, cajas de refrescos, paquetes de comida, gran parte de basura dejada por otros. Y no sólo frente a su casa, los 20 metros respectivos a cada lado de la misma también, con el mismo esmero con que limpió la acera de su casa barrió la de los demás.

En ese momento me di cuenta que no era cuestión de limpiar lo demás con el mismo amor que lo propio, era el amor de limpiar todo igual, sin importar de quien es.

Se tornaba irónico algunos minutos, ver como recogía basura dejada por otros en lugares que como no son propios pueden ensuciar y maltratar; lugares que técnicamente tampoco son de ella, pero siente que le pertenecen, que son parte de su vida y de su entorno.

Mientras unos se hacen de la vista gorda y esperan que pueda pasar el servicio de limpieza de la Municipalidad, ella sale a las 7:30 a.m. de su casa a limpiar el pedacito que le corresponde por criterio propio; nadie la obliga, nadie la señala por no hacerlo, y lo que es peor, nadie la señala por hacerlo.

Quiero pensar que los años ya no le permiten llegar tan lejos, no es capaz de limpiar los 5 metros siguientes, y que con cada año se van disminuyendo los metros; que mientras barre tanto sucio dejado por otros se aferra a la esperanza que cuando le falte la capacidad, y no necesariamente las ganas, alguien lo hará en su lugar.

La dejé de ver y me di cuenta que así es con todo, no sólo con la basura literal que llena las calles, sino también con la basura de pensamientos que están el aire, con la basura de actos que se cometen, la basura de hechos fundamentados con basura de palabras, la basura de trabas que no nos dejan avanzar.

Y esa basura al igual que la que aparece cada cierto tiempo en esa acera es dejada por alguien más, a quien no le importa ensuciarnos porque piensa que no se ensucia él mismo, sin ver que somos parte de un todo. También al igual que en la acera, habrá alguien que la recogerá, sin ser responsable, sin ser señalado por hacerlo, pero que sienta placer desplazando tanta basura que nos llena.

10 comentarios:

Humo en tus ojos dijo...

Es que tarde o temprano (unos más tarde que temprano) a todos nos toca darnos cuenta (por las buenas, o por las malas) que no vivimos en un mundo sin consecuencias... Y aunque queramos que dé igual, basura o no, termina por importar muchísimo cada esfuerzo como el de la señora de tu historia.

Kri§ dijo...

Si ella no la limpia, quien la limpia? Pienso que a veces es bueno y siempre bien recibido un empujón, el problema es si luego se acostumbran a que otros limpien sus 10 metros de calle.

Jules dijo...

Que bonito fuera que así como ella le limpia la calle frente a sus casas a los vecinos, ellos llegaran un día a ofrecerse para limpiarle las canoas.

Yo so de las que nunca se preocupan de los vecinos. Terrible de mi, pero además de poner hillary duff a todo volumen, no hacen nada más que eso.

Denise dijo...

El problema es cuando la basura que se saca de la vida de uno sirve para ensuciar la vida de otro.

jaguar del Platanar dijo...

Botar la basura en un lugar que no nos pertenece es delegar nuestra responsabilidad en otros.
Solo espero que las nuevas generaciones vengan con un poquito de sensibilidad ambiental. ¿Si no qué peor mundo nos espera?

Sirena dijo...

Buen punto el de Denise...
Yo sólo quería decir: ¿sólo falta que ahora me toque a mí recoger tanta basura! No hoy por favor, al menos.
(Bueno, para ser realistas, ya me ha tocado recoger bastante de los dos tipos...)

pezenseco dijo...

Lo más fascinantes de este tipo de actos es cuando se hacen porque sí, sin pensar siquiera en otros... Suena raro, pero me refiero a que si la señora recogiera esa basura que no es suya pensando en qué van a hacer los otros por ella, o lamentándose porque nadie hace lo mismo por ella, etc., el acto ya no sería tan sorprendente ni extraordinario Es decir, es común hacer cosas esperando otras (se llama economía), pero lo excepcional es hacerlas sin esperar nada, sin juzgar a los demás, sólo porque está bien, etc. Por supuesto, uno esperaría que los demás colaboraran si uno colabora. Lo más sensato, creo, sería que los colaboradores se acercaran entre sí y que entre todos ignoraran a los no colaboradores, esos serían eventualmente los únicos enterrados en basura, la suya propia.

Roberto P dijo...

EL problema es la basura que dejamos dentro. Esa que se acunula y que no se bota, hasta que alguien de pronto nos la hace ver. Y ahí aparece toda, con su putrefacta esencia. Todo lo que no habíamos querido sacar y dejar para que el camión de la municipalidad se llevara, aparece. Y es casi como una catarsis, la que en ocasiones puede dejar basura que nadie quiere recoger...

Roberto P dijo...

EL problema es la basura que dejamos dentro. Esa que se acunula y que no se bota, hasta que alguien de pronto nos la hace ver. Y ahí aparece toda, con su putrefacta esencia. Todo lo que no habíamos querido sacar y dejar para que el camión de la municipalidad se llevara, aparece. Y es casi como una catarsis, la que en ocasiones puede dejar basura que nadie quiere recoger...

Juanpa dijo...

Por mi casa, hay una señora que religiosamente se le ve en las mañanas barriendo el caño de toda su cuadra!. Es muy querida.

Otto Guevara nunca pasó por mi casa en Tibás a recoger la basura... tendré que esperarlo 4 años más.