28 noviembre, 2010

Life is infinitely stranger...




La mente inventa miles de escenarios:

Los sábados en la mañana en la feria verde, luego ir a tu casa y cocinarte el almuerzo. Pasar toda la tarde acostadas en la cama viendo televisión, películas; que vos me leás un libro mientras yo me quedo perdida entre tu pelo... o usar la cama para las únicas 2 razones que se debería usar una cama: dormir o tener sexo.

Los miércoles o jueves en la noche en el bar, porque no hay que madrugar al día siguiente (así llevamos la vida, no hay que levantarse a las 6 a.m. entre semana, no hay que marcar tarjeta de entrada a un brete que probablemente odiamos, ¿cierto?) y reírnos toda la noche, a veces solas, a veces con amigos... y que si hoy mejor me voy a tu casa, para ahorrar el taxi. De pronto tenemos un jueves o viernes en la mañana en la casa, despertando al lado de la otra y ese, es otro escenario.


¿Y la vida? La vida es más extraña que cualquiera de esos escenarios, la realidad es más extraña que el hecho de que yo imagine todo esto con vos. Entonces hay sábados en la mañana en que cae un montón de vida encima, no te cociné el almuerzo (en realidad ni siquiera almorcé) y me quedo con esta sensación de que la vida, más que extraña, es irónica.

Después de todos estos escenarios -mis escenarios-, yo veo el montaje de otra escena y sólo quiero salir corriendo.

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