01 noviembre, 2010

Hablarte es fácil, por cada tres sonrisas hay una risa.

Te veo a los ojos lo necesario, y hago todas las caras que te gustan; sólo para que después digás que te imaginás perfectamente cómo me veo al decirte algo (lo que no sabés es que eso lo hago con muchos, pero me gusta más que creás que es sólo con vos).

Cuando no estás cerca te escribo montones de palabras... acá o en infinidad de correos, en facebook o en las libretas que ya no sé dónde guardar. Algunas cosas las sabés, de otras no te vas a dar cuenta, pero sonrío cuando recuerdo que ya te lo había "contado".

Me sé de memoria los cuentos que te gustan, y te los repito hasta el cansancio. Les cambio un par de detalles cada vez que los digo. Vos no te dás cuenta, y te reís como si fuera la primera vez que los oís, como si no te dieras por enterada.



Sin embargo, la mayor parte del rato, tengo unas ganas inmensas de que llegue alguien más... cambiar los cuentos, las caras, las libretas y el Para en los correos.

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