Tampoco es que yo vaya a negar el 2010, pero cuando lo recuerde se apoderará de mí un vacío en el estómago... en la parte derecha y abajo, ustedes ya saben dónde está.
Eso sí, guardaré de forma especial estos últimos días. En los cuales -a raíz de tanta incertidumbre, tanto cabo suelto, tanto gris desenfocado- me dediqué a reír más que el resto del año, a disfrutar como no sabía que podía disfrutar. A amar intensamente de cerca y a la distancia. A vivir, a respirar no porque sea la única opción para seguir viva, sino porque cada respiro es la opción de recomenzar.
Yo hoy no tengo idea, no sé qué va a ser de la lista de pendientes por resolver que deja este año. Qué va a ser de los errores que se arrastran, de las promesas sin cumplir... Sin embargo, sé de todos los libros leídos, de las películas compartidas. De una lista de correos electrónicos y mensajes que me hicieron sonreír. Sé de las buenas noticias que llegaron después de las malas (las malas fueron muchas, pero nos levantamos).
Pero sobre todo lo demás, sé que hoy no me cambiaría por nadie, porque la posibilidad de elegir no tiene precio. Elegir qué hacer con mi vida, cómo hacerlo. Elegir cómo amar, cómo ser parte de esta maravillosa familia. Elegir la gente que entra en mi vida, la que sale... desvivirme en detalles y cariños, porque puedo, porque me hace feliz (nos hace felices).
Este presente no es fácil, pero tengo opciones: una de ellas es tomarlo bien o tomarlo mal, la primera me hace más clic.
"Probablemente de todos nuestros sentimientos el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose." Julio Cortázar
*La imagen es del Flickr de Rick Baker.
Ilustraciones sobre lo que parecen ser hojas de contabilidad... así debería ser la vida.
Ilustraciones sobre lo que parecen ser hojas de contabilidad... así debería ser la vida.
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