Me venía cuestionando que por qué poner todo esto aquí y dejar que se conviertera mi bosque en todo lo que parece últimamente: en un lamento, en las heridas abiertísimas, en las palabras amargas, en los sueños rotos y en los pedazos que aún no logro encontrar... menos pegar.
Y es que, si no es aquí ¿dónde?. A mí se me había olvidado qué era esto, se me olvidó porque había llamado a este lugar como se llama y lo más importante, había olvidado porque lo necesitaba en un principio. Lo hago todo por mí, porque lo necesito, porque las palabras no tienen que sonar como quiero, sólo tienen que salir.
Tengo el alma hecha un puño al lado derecho del pecho, no me pregunten por qué... es ahí donde siento que aprieta más.
Como recordatorio para mí misma:
El ultimo bosque: el lugar del cobijo, donde las sombras nos sugieran la utopía del sol que se colará por las copas y nos calentará algún mediodía, donde nos burlemos de las lluvias con la certeza de que no han llegado para quedarse, donde habrá techo para todos, donde nadie dejará de guarecerse, donde la geografía sea más solidaria que temerosa. El lugar de la compasión, el lugar de la añoranza.
3 comentarios:
Y bueno, que el blog es tuyo y podés hacer con él lo que querás... Y las palabras amargas a veces empiezan a dejar de serlo apenas se dicen, como los puños, que siempre pueden volver a hacerse palmas, en un instante, en un soplo...
Ese es exactamente el chiste... hablando, escribiendo, contando... vamos procesando las cosas, adomodando, botando chunches viejos, desempolvando planes que dejamos tirados, reconstruyendo los hechos y el mapa de vuelo para lo que viene... Yo no veo otra manera... al menos a mí me sirve demasiado y por eso no pienso mucho cómo salen las palabras ni quién las lee...
Víctor> Gracias por tus palabras, me quedé con la idea del puño y quiero ser de nuevo palma.
Sirena> En esas estamos, y parece estar saliendo muy bien... Gracias!
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