08 mayo, 2011

Azúcar para las hormigas

Hay gente que tiene una capacidad (o en mi escala de capacidades, un superpoder) de darle vuelta a los reclamos, y yo soy su víctima perfecta.
Soy malísima para enfrentar. Me da pánico, no quiero saber la respuesta, cierro los ojos en el chat, trato de estirar los silencios incómodos en las conversaciones. Lo que sea con tal de no ver la reacción de la gente.
En fin, que suele salir bien, las cosas se resuelven y después estoy contando el cuento tranquilamente. Entonces me dicen:

"¿Cómo? Entonces vos estabas molesta por que el Fulano de la oficina de al lado te dijo tal cosa y ¿vos terminaste pidiéndole disculpas?"

Yo en ese momento entro en modo explicación:

"Sí, mirá, es que en realidad él no lo dijo de ese modo... fue que yo lo malinterpreté... todo se hizo un mundo y no era para tanto... vos sabés... es que soy una dramática... en realidad... pero... Bueno, sí, yo estaba molesta y terminé pidiendo perdón"

Quedo con cara de idiota (más hacia dentro que hacia afuera), decido callarme (que total ya el daño está hecho) y me doy cuenta que sí, volvió a pasar. Es como azúcar para las hormigas, y en este caso las hormigas tienen una hablada impresionante.

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