11 mayo, 2011

Sin editar

Hace ya varios años pensaba que el lo que más me aterraba en la vida era la desilusión. Es que eso del miedo a la muerte está muy sobrestimado, nos fuimos y ya. Más que miedo a la muerte, creo que es un miedo a la vida no vivida, y ese lo entiendo perfectamente.

Pero sí, la desilusión, porque se me ocurría pensar que con cada desilusión se va perdiendo un rastro de capacidad de volver a creer... como si viniera en cuotas y de pronto la gastamos. (¿Será acaso que todo viene en cuotas, el amor, la ilusión, la fe, y demás cosas que algunos nunca tuvimos, y otros parecen tener por montón).

Creo que una se hace grande, y viene otro miedo -que es lo mismo, pero no es igual- aparece el mismo fantasma con otro traje/vestido. El miedo al fracaso lo toma todo, a cada rato y en cada cosa que se plante en frente de la vida (y hay que tener coraje para plantársele de frente a la vida, que de por sí siempre parece hacer lo que se le da la gana).

Pero en serio, que es la misma cosa, el fracaso no es más que una desilusión. Porque más que el peso de que no se hicieron las cosas bien, que una es muy mala en algo o que tomó las decisiones equivocadas (todas equivocadas, una tras otra); está todo lo que se había apostado, una gran canasta emocional donde se pusieron todo los huevos (seguro debe andar una con cuidado, y antes de comprar canastas buscar si tienen huecos).

Lo particular de los miedos es que si es sólo un fantasma (partiendo de que nunca he visto un fantasma), una sabe que puede pasar, que puede estar ahí, nada más que posibilidades... así, dando vueltas. Pero hay miedos que ya una ha visto, ya ha vivido, sabe que existen porque lo ha tenido ahí, en frente. Y esos miedos dan más miedo (valga la ¿redundancia?) porque nada más atemorizante que la realidad.


*El título de esta entrada sólo evidencia que no habrá una leída de 'corrección' antes de publicar, que se irán más comas de la cuenta, menos puntos seguidos de los necesarios. Tal vez hasta faltas de ortografía (no creo, eso casi no pasa) y alguna palabra que era parte de la redacción mental pero no escribí (eso pasa demasiado, me como muchas palabras al pasar la idea al teclado). Pero a veces una siente con el estómago, con el pecho y con algo de la nariz cargada de lágrimas, y así debería escribir.

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