Cuánto quisiera yo bloguear así; sin autocensuras, sin buscar sinónimos, sin cambiar frases para que no digan ni lo uno (porque no puedo decirlo) ni lo otro (porque me traiciono).
No sé si el camino tiene eventualmente ese destino, o si es más bien una parada e igual sigo caminando. O si cuando uno llega ahí ya de pronto no tiene importancia si son unas letras o las otras.
Entonces cada vez que leo a alguien que siente y escribe bajo los mismos nombres, yo suspiro... me alegro -sin duda alguna- pero suspiro, como anhelando un imposible.
De alguna manera este es el inicio... sí, este espacio tiene autocensura.
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