05 marzo, 2008

A veces mis recuerdos son como ráfagas de viento, soplan con fuerza y luego se retiran dejando todo en paz... son interminentes, cuando están presentes son poderosos y pueden conmigo; cuando se van casi no dejan rastro.

A él ya no lo recordaba, ya no recordaba su cara al cerrar los ojos aunque intentara; no sabía lo que se sentían mis días a su lado, las palabras dulces y las caricias... lo había olvidado, se había convertido en nociones de un pasado. Primero me asustó no recordarlo, después me alivió.

Pero como son ráfagas el recuerdo volvió (con fuerza), no en imágenes ni palabras ni caricias. Volvió en la sensación de un nudo en el pecho, otro en la garganta aguantando las lágrimas; volvió irracional, porque ninguna lógica me llevaría a extrañarlo.

Yo lo sigo llorando, el parásito no ha muerto... yo juro que he dejado de alimentarlo.


Nota: El parásito y demás está bajo la licencia de Sirena, busqué el texto de arriba a abajo en su cueva submarina y no lo encontré... después me cayó que posiblemente ya no sea parte de esos mares.

2 comentarios:

Sirena dijo...

aich, me lo llevé...

Y sí, se deja de alimentar y aún así no mueren a veces... pero igual, no lo alimentés para ver qué sucede. Un abrazo!

Denise dijo...

Ya morirá, seguilo manteniendo con hambre y acabará por rendirse!