08 febrero, 2011

Estos días he soñado más que de costumbre, no sé por qué. Tal vez la mente también sueña más estando despierta, en los largos ratos de camino al trabajo. Siempre me llevo un libro para leer (cada semana diferente, me gusta estar leyendo 3 a la vez) pero lo uso poco últimamente, la mayor parte del tiempo estoy soñando, pensando, preguntando sin respuesta.

Hace un par de noches soñé que jalaba por todos lados una silla que tenía una pata rota, la arrastraba para que la pata no se soltara. Cuando llegaba a un punto que me gustaba, le daba la vuelta a la silla y le acomodaba la pata. Era sólo cuestión de sacarla del hueco donde encajaba y volverla a meter. Ponía la silla con cuidado sobre el piso y me sentaba poco a poco, como midiendo si me iba a aguantar. Se balanceaba un poco, pero la tenía controlada. Toda la tarde alrededor del salón jalando una silla con la pata rota.

Ayer soñe que compartía apartamento con ella y el baño estaba dentro del cuarto. Me desperté en la cama, era de día, probablemente más tarde de lo que se considera bien visto para estar aún dormida. La vi hablando por teléfono dentro del baño, parecía que iba a salir y se estaba terminando de alistar. Me cruzó por la cabeza la idea de ducharme, entonces fue sólo levantarme y caminar hacia al baño, llegar frente a ella y quitarme toda la ropa de encima, entrar a la ducha y abrir el tubo. Como si nada, como si no fuera la primera vez; como si el desnudo del cuerpo no se comparara al desnudo del alma, y ese lo ha visto mil veces.

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