16 marzo, 2009

Podría decir que en un gran porcentaje de mi vida he sentido que estoy en lugares a los que no pertenezco, o al menos la sensación llega con el tiempo. Los lugares no son físicos; son las personas, las palabras, las salidas para llenar el tiempo libre, las risas, la música y los colores.
Ahora puedo recordar un par de lugares a los que pertenezco, donde me siento libre y segura. Uno constante durante toda mi vida y uno de hace un par de años. Puedo recordar un par de lugares donde sentía (y siento) que pertenecí aunque se hayan fragmentado en varios pequeños lugares.

Luego está ese lugar físico donde sentía que pertenecía, al que volví hace una semana y se siente pesadamente extraño... y extraño el campus que solía ser antes, cuando yo misma era otra.

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