10 octubre, 2008

Causas y consecuencias

Ser parte del mundo laboral tiene una lista de implicaciones en mi rutina de tantos años, cosas que eran muy obvias y cosas que no me imaginaba. Como es de esperar el tiempo libre se ha reducido considerablemente, y con eso se reduce el tiempo que dedicaba a otra cosa que no fuera dormir y ver tele; leer se convirtió en actividad de los buses cuando no voy de pie (aún no me atrevo a intentar esa acrobacia). Duermo más y me sustenta menos, el cuerpo se acostumbra a comer a horas fijas (10 minutos después de las 12 representa el inicio de una gastritis), el fire.fm se convirtió en mi mejor amigo y el celular queda muy muy relegado.

Mi cuarto se convirtió en zona de paso, muy parecido a mi casa... Lo que más me aterraba de toda la experiencia era el considerar pasar TANTO tiempo en un sólo lugar ¿con qué se come eso? (con fire.fm, por supuesto), el no poder decir "hoy como que no hace ganas de salir, mejor no voy a clases" (no faltaba toooda la vida, pero no faltar ni una sola vez no existía para mí) y tener que ver a la misma gente TANTO tiempo también me daba algunos escalofríos.

Pero de todo esto lo que menos obvio se me hacía era la reducción del espacio en mi cabeza destinado a pensamientos que andan revoloteando por ahí; ese espacio solía ser grande, tomaba pedazos de la memoria a corto plazo y se me hacía muchísimo espacio para que las ideas dieran vuelta libremente.

Ese espacio ahora se busca a empujones, por eso me cuesta tanto venir por acá... pero entre las pocas cosas que se han aparecido me pregunto por qué no pregunte antes porque no le gustaba ser la voz de la conciencia, si su apellido era como en mi imaginario, cómo se pinta el camino desde aquí hasta allá y darle el empujon solicitado en las palabras que había redactado en la cabeza.

Lo bueno es que está éste espacio y están otros... sólo necesito de seguir sacando las ideas de trabajo a empujones y las que dan vueltas (aunque sean poquitas) traerlas aquí.