Me venía cuestionando que por qué poner todo esto aquí y dejar que se conviertera mi bosque en todo lo que parece últimamente: en un lamento, en las heridas abiertísimas, en las palabras amargas, en los sueños rotos y en los pedazos que aún no logro encontrar... menos pegar.
Y es que, si no es aquí ¿dónde?. A mí se me había olvidado qué era esto, se me olvidó porque había llamado a este lugar como se llama y lo más importante, había olvidado porque lo necesitaba en un principio. Lo hago todo por mí, porque lo necesito, porque las palabras no tienen que sonar como quiero, sólo tienen que salir.
Tengo el alma hecha un puño al lado derecho del pecho, no me pregunten por qué... es ahí donde siento que aprieta más.
Como recordatorio para mí misma:
El ultimo bosque: el lugar del cobijo, donde las sombras nos sugieran la utopía del sol que se colará por las copas y nos calentará algún mediodía, donde nos burlemos de las lluvias con la certeza de que no han llegado para quedarse, donde habrá techo para todos, donde nadie dejará de guarecerse, donde la geografía sea más solidaria que temerosa. El lugar de la compasión, el lugar de la añoranza.